martes, 21 de agosto de 2012

"HISTORIA DE LA YAPA ARGENTINA"






Hace algún tiempo no tan lejano, del que algunos hemos sido protagonistas existía un gesto de agradecimiento muy difundido entre los comerciantes de aquella época. Gesto compartido por almaceneros, verduleros, carniceros y el cliente, quien generalmente era vecino del barrio. Consistía en  una recompensa llamada “la yapa”, que era una proporción de lo que compraban como por ejemplo: maní, pasas de uva, terrón de azúcar, etc. Se otorgaba como un agradecimiento a la fidelidad. Esta costumbre fue impuesta en las afueras de la ciudad por los llamados “pulperos” quienes eran los propietarios de almacenes de ramos generales y despacho de bebidas. De manera que lo que comenzó como una simple estrategia de marketing en el siglo XIX se transformó en una actitud de buena relación entre comerciante y cliente hasta el advenimiento de los hipermercados, supermercados y minimercados entre los años 50 y 60, todos con sus sistemas de atención despersonalizada y distante.

Sin embargo esta modalidad no pareció tener demasiado éxito en un principio si nos guiamos por el destino de los 15 primeros supermercados, porque el público en general prefirió continuar fiel a sus comercios del barrio. Por la década del 40 pocos eran los productos que se vendían envasados y era costumbre tener la mercadería en cajones de madera con un frente vidriado para poder elegir la variedad de fideos o legumbres mientras que con el empleo de una pequeña pala de metal, se sacaba el azúcar contenido en bolsas de grueso papel y de arpillera, la harina. Luego en una balanza de dos platos, se colocaba sobre uno de ellos una o varias pesas de bronce con la cantidad requerida por el cliente, y en el otro, una hoja de papel blanco sobre la que se descargaba el  producto hasta que el fiel se ubicara en el centro, señal que ambos pesos eran iguales pero, nuestro amigo el almacenero, siempre agregaba unos gramos más a manera de yapa y así, para la manteca, las aceitunas, el aceite, las galletitas que venían envasadas en grandes cajas de metal con un vidrio al frente y otros tantos productos que carecían de envases. El almacenero y su antecesor el pulpero, fueron los que instituyeron la primitiva tarjeta de crédito materializada en una libreta de tapas negras que poseía el cliente, en la cual se anotaba el fiado y que a fin de mes se hacía efectivo después de cobrar el sueldo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario