martes, 21 de agosto de 2012

" EL ASADO "







    “Cualquier día es un buen día para hacer un asado”, decía una propaganda argentina… y es verdad. Tanto en el campo como en la ciudad, en el norte como en el sur, los pobres y los ricos, se deleitan con un buen asado, una costumbre bien argentina.


          El primer registro de ingreso de carne vacuna al territorio argentino data de 1556 cuando Juan de Salazar y Espinosa y los hermanos Goes trasladaron un toro y siete vacas de Brasil a Asunción, ciudad que integraba el Virreinato del Río de la Plata.
Desde entonces este ganado cimarrón comenzó a vagar por la “pampa”, palabra quichua que designa a la llanura argentina como "campo abierto y sin estorbos". Allí se multiplicó y era considerado propiedad de nadie. Cualquier persona podía apoderarse de hasta 12 mil cabezas.
          El gaucho comía sólo su lengua asada y los caracúes, huesos que tienen tuétano. Además, mataban vacas, les extraía el mondongo y el sebo que juntan en el vientre y los prendía fuego para lograr iluminación.
          Recién al relacionarse con el criollo el gaucho comenzó a alimentarse con carne asada. Realizaba un hoyo en la tierra donde ponía leña y encendía una fogata. Una vez logradas las brasas, colocaba la carne encima. Se cocinaba su exterior y el interior quedaba casi crudo.
         El asado es un plato de la gastronomía argentina cuando se hace referencia no sólo al costillar que se denomina “asado”, sino a todos los cortes que se preparan. Se trata de carne asada a las brasas de carbón vegetal o leña, sobre una parrilla metálica o en forma de cruz ("al asador") u otros implementos de cocción comunes en las zonas rurales, como el disco y la rastra de arado.
  

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